Cuando queremos usar los SIG para gestionar un territorio la calidad y actualidad de la información se convierte en un aspecto crítico. Gestionar implica conocer con total precisión su objeto: tanto da que sea la planificación, la parcelación, las infraestructuras o la edificación. Cualquier aspecto del territorio objeto de esa gestión debe pasar a ser un ámbito de información veraz y preciso. Si no lo consigue malamente funcionará el invento.
El territorio, sobre todo el urbano, es un ámbito geográfico sujeto a cambio permanente. Pero nuestros sistemas tradicionales de adquisición de datos geográficos son siempre a toro pasado. De tanto en tanto sacamos una foto y anotamos los cambios. Por tanto es imperativo que nuestro nuevo sistema se convierta en un sistema de gestión del cambio. Debe pasar de ser un testigo impotente ante la dinámica de cambio a ser el actor del cambio.
Tenemos a favor que, en una sociedad como la nuestra, todos los procesos de cambio territorial están sujetos, obligatoriamente, a ser objeto de un proyecto y de un procedimiento de autorización. Si el cambio propuesto afecta a elementos materiales que deban ser construidos o destruidos, entonces también hay procedimientos de vigilancia. Y cuando el cambio ha finalizado, los elementos resultantes son objeto de un procedimiento que autoriza su uso. Todo está reglado, atado y bien atado. La indisciplina se castiga con la demolición o con la legalización, en todo caso el cambio pasa a ser siempre un proceso informado.
Asi las cosas, si todo cambio es objeto de un plan o proyecto que lo informa con meticulosidad ingenieril. ¿Por qué no utilizar ese plan o proyecto como fuente de datos del cambio?, ¿Por qué no concebir todo el proceso de gestión de cambio como una transacción, como una larga geotransaccion?.
Será larga porque desde que se proyecta un cambio hasta que se utiliza pueden pasar meses o años. Porque están implicados diversos procedimientos administrativos encadenados de autorización, vigilancia e inspección. Y porque cambiar elementos virtuales como planes o parcelas puede ser rápido, pero construir grandes edificios o infraestructuras siempre lleva su tiempo.
Será geo porque están implicados elementos territoriales, asi que deberá haber una descripción espacial de su forma y posicion y habrá operaciones de transformación espacial de objetos.
Y será una transacción, una transacción en términos informáticos suele ser una sentencia de consulta o actualización de una base de datos. Se formula en SQL, se envía al gestor de la base de datos, se verifica que es factible, se ejecuta y se devuelve un resultado. Por eso hablamos de geotransacción, porque la mecánica es la misma, solo cambian los agentes implicados, los contenidos, las reglas de integridad o los tiempos. Incluso nuestro sistema de información esta soportado al final por una base de datos espacial donde queda registrado el cambio por lo que, al final, no hay tanta diferencia.
¿Que hace falta para construir geotransacciones?. Pues hacen falta tres cosas: un lenguaje unificado de descripción de los elementos territoriales que gestionamos, un lenguaje de operación sintácticamente estricto y una base de datos espacial configurada para ejecutarlas.
Pongamos por caso un sistema que gestiona una infraestructura urbana de abastecimiento de agua. Todo cambio en la red de agua es objeto de un proyecto de obras que describe con precisión cuantos tubos, válvulas, derivaciones y piezas serán objeto de eliminación, de sustitución o de nueva creación. Lo debe hacer así para que el presupuesto sea real y la obra se pueda contratar y verificar. Incluso el proyecto es también muy preciso al establecer las operaciones: esta muy claro lo que elimina y lo que pone.
¿Que falta para que sea una transacción?. Pues muy poco, simplemente estructurar el proyecto de tal forma que un sistema, no un humano, pueda establecer la secuencia de operaciones, identifique con claridad las piezas sujetas a cambio y pueda restablecer el esquema de red una vez efectuado el cambio. El proyecto de obras en papel pasa a ser un proyecto digital estructurado en forma de transaccción que apunta a elementos existentes univocamente, aporta e identifica unívocamente nuevos elementos y establece las relaciones que deben entre todos ellos.
Si el sistema detecta incoherencias de integridad o espaciales no acepta la transacción, si no las detecta, el sistema acepta la transacción, la efectuará e irá mostrando la evolución de la nueva red mientras se desarrollan los correspondientes procedimientos administrativos de autorización, vigilancia y recepción de la obra.
El resultado es un sistema que enseña la red histórica, la actual y la futura, sin coste de adquisición de datos y completamente dirigida por los procesos administrativos habituales, eso sí procedimientos electrónicos que se comunican mediante servicios SOAP con nuestro sistema.
Apliquen esto a los demás elementos de la ciudad y ya tenemos un sistema racional de gestión del territorio. Podéis ver en www.urbanismoenred.es un sistema de geotransacciones para mantener la ordenación urbanística de un territorio.
Ignacio Arnaiz Eguren
Director de Innovación – Arnaiz & Partners SL