Decía en un post anterior (Ciudad Colaborativa) que el verdadero cambio en cómo nos relacionamos con la ciudad será cuando podamos establecer un diálogo con ella o con sus partes componentes. Porque la ciudad haya pasado a ser un organismo sensible capaz de tomar decisiones, actuar y comunicarse. Gracias a un proceso de distribución de inteligencia y de capacidad de computación entre todos sus componentes.
Entiendo como Componente urbano a todo elemento de la ciudad que ocupa un espacio propio, tanto da que sea estático como móvil, material o inmaterial. Un espacio adscrito al Componente en virtud de una asignación jurídica, administrativa o funcional de forma explícita y pública.
Pongamos como ejemplo de componente la Vía Pública: la vía es un espacio de dominio y uso público. Todo el espacio de vía pública en una ciudad está jurídicamente indiferenciado, lo habitual es que esté inscrito en el Registro de la Propiedad de forma parcial y además fragmentado en multitud de piezas según hayan accedido al dominio público a lo largo del tiempo.
Por tanto la estructura jurídica de la vía pública no es un dato relevante excepto para dar fe de que efectivamente es dominio público. Como un espacio continuo e indiferenciado tan enorme no es utilizable, el administrador de la ciudad lo fragmenta según un criterio geoadministrativo-político: delimita “tramos de vía pública” a los que da un tipo (avenida, paseo, calle, callejón…), un nombre y una dimensión. Intentando que todo preboste o personaje tenga derecho a su “rincón de la fama”, y si ya están todos cumplidos aplica la imaginación o la toponimia histórica.
Cuando dos o más calles intersectan adopta dos estrategias posibles: una que la intersección adquiera rango de tramo de vía pública (plaza) fragmentando los tramos intersectados o simplemente lo ignora con lo que los tramos intersectados se superponen. (suele aprovechar la intersección para fragmentar un tramo largo y así dar cabida a más personajes en el callejero)
Llegados a este punto la conclusión es que el modo de fragmentación habitual de la vía pública nada tiene que ver con su funcionalidad, ni siquiera su tipo nos da muchas pistas sobre su configuración funcional.
En realidad, desde un punto estrictamente funcional, la vía pública se fragmenta en seis tipos de espacios:
- La calzada: un espacio reservado al tráfico de vehículos distribuido en carriles internos y asignado cada uno de ellos a un sentido y tipo de vehículo, el carril dispone de una plataforma de espera conexa a un vado o una intersección.
- La acera: un espacio reservado al tráfico peatonal distribuido en dos subtipos, el espacio ambulatorio y las plataformas de espera, estas últimas recogen peatones que pretenden cruzar un vado conexo.
- El vado: un espacio mixto donde convergen vehículos y peatones en sentidos perpendiculares procedentes de las plataformas de espera de los espacios conexos, calzadas y aceras. Los tráficos se distribuyen de forma rotatoria ya que ambos no pueden ocupar simultáneamente el vado. Normalmente hay dos tipos de vado, los pasos de peatones y los vados de acera para entrada de vehículos en las parcelas.
- La intersección: un espacio conectivo donde los tráficos se distribuyen de forma rotatoria entre las calzadas conexas según un esquema temporal predeterminado.
- La plaza de aparcamiento: un espacio ocupado transitoriamente por un vehículo.
- El espacio sin función: espacios que no tienen una función concreta o que actúan solamente como barrera y que son ajardinados o pavimentados.
Todo el espacio de vía pública está distribuido según estos seis tipos formando un mosaico, un puzzle de piezas que lo rellenan:
Si individualizamos cada pieza asignándole el espacio propio que le corresponde, obtendremos Componentes Urbanos y supongamos que a cada uno de ellos, a cada trozo de calzada, acera o intersección, en virtud de la magia de la tecnología, le asignamos algunas capacidades especiales:
- Lo primero es darle identidad: un nombre o un dni, algo que le sea propio y que lo distinga de cualquier otro. Es importante, ya que se convierte en un interlocutor distinguible de los demás. Si pregunto al vado -¿Puedo pasar?- no lo pregunto a cualquier vado, lo hago a ese que tengo delante, al maldito vado V34-43, que siempre me tiene manía.
- Se le asignará su espacio tridimensional y deberá tener modo de controlar sus fronteras para que no se le cuele nadie sin autorización.
- Tendrá conocimiento de los espacios colindantes para que pueda hablar con ellos. El maldito vado V34-43 recibe peticiones de paso de la acera porque ésta tiene peatones en su plataforma de espera, o de la calzada porque también tiene vehículos esperando y habla con la intersección para saber si puede enviarle vehículos, ya que mientras la intersección no los acepte podrá atender a las peticiones de sus aceras cliente.
- El vado tiende a estar quieto, pero si se pudiera mover como un coche o una persona tendría un espacio accesible y una trayectoria. El vado en realidad tiene un espacio accesible, ¡pero es igual a su espacio propio!, así que malamente se puede mover y tiene una trayectoria pero de longitud cero.
- El vado decimos que es un espacio Conductor: mueve a otros componentes como la acera o la calzada. A diferencia de la intersección que es un componente Distribuidor o de la parcela que es un componente Contenedor.
- El vado es de propiedad municipal, su administrador delegado se ocupa de darle trabajo y atender sus quejas. Se suele quejar mucho, -que si hay demasiado tráfico y todo el mundo lo insulta aunque él no tenga la culpa-, -que si los peatones lo invaden sin permiso-, -que si tiene la pintura fatal-… Fue creado por un proyecto de obras de urbanización hace unos años (Geotransacciones) y probablemente cese de servicio dentro de poco ya que se dice que van a remodelar toda la calle. Lo estupendo sería que lo reasignen a otro vado nuevo, aunque lo tengan que subir de versión.
- Siempre está atendiendo a peticiones externas: que si nos des la estadística de peatones y coches por meses, que si cierres el paso a todo el mundo excepto al vehículo M34567 porque va a pasar un preboste, que si nos mandes tu geometría en 2D para que salgas en un mapa…
- Además hay que tener cuidado con él, tiende a denunciar a todo vehículo o peatón que incumpla las normas. Pero se ocupa diligentemente de avisar a quien haga falta cuando en su espacio hay un incidente, una avería o una caída de un peatón o simplemente cuando cualquiera le pida ayuda, está diseñado para hacer todo lo que esté en su mano para ayudar.
Y todo esto lo hace porque el vado es un agente inteligente que está funcionando en cloud y está conectado con su sistema sensorial y con los componentes vecinos, los vehículos y los peatones mediante la red internet. Y como agente inteligente participa activamente en establecer en todo momento estrategias de optimización del tráfico dentro de comités de calle y asambleas de distrito. En fin tiene una vida muy ajetreada.
Madrid tiene muchos millones de componentes urbanos, quizá algún día sean piezas inteligentes de la ciudad, sean “ciudadanos” un poco especiales. Encargados de resolver los pequeños problemas, pero generando un comportamiento emergente, una “conducta de ciudad” que le aporte personalidad propia: la ciudad consciente.
Veremos en otros post cuántos posibles componentes urbanos hay en la ciudad, como se comportan y como los podemos ver gracias a los Servicios de Ubicación.
Ignacio Arnaiz Eguren – Director de Innovación – Arnaiz Consultores SL