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Las pandemias han vivido hasta ahora en el reino de la ficción sobre desastres zombies. Pero de golpe y porrazo (nunca mejor dicho) han pasado de la fantasía a irrumpir en nuestras vidas dejando un rastro de miles de muertos, un gobierno sobrepasado, una sanidad sin la preparación adecuada y una economía que tardará muchos años es recuperarse. Quién nos diría estas navidades que estaríamos tres meses confinados y en la ruina.

Ante esta situación los sistemas de información geográfica han adquirido un protagonismo notable, todos los medios han creado su propio «mapa del covid19», muchas aplicaciones de GIS han tomado el testigo y rápidamente han creado cuadros de mando para el seguimiento de la pandemia, en general con una excelente calidad. El mundo de las apps para móvil, tan ágil, también proporciona soluciones imaginativas. Me ha llamado la atención el de «Frena la Curva» que fomenta la colaboración ciudadana para prestar servicios desinteresados a la población confinada, una idea genial. En cuanto el gobierno ha permitido desplazamientos con un radio de 1 kilómetro han aparecido aplicaciones para visualizarlo con un clic en días o en horas.

En este post haré un pequeño análisis de cómo veo yo la aportación de los GIS al nuevo fenómeno de las pandemias. Veremos que cosas son posibles e imposibles, útiles e inútiles, coyunturales o con voluntad de permanencia y separar los desinteresados de los oportunismos comerciales.

Si enfocamos el asunto siguiendo su línea temporal vemos que hay cinco momentos o fases:

1) La fase ficción donde la pandemia es un fenómeno que vive en la mente de los cineastas, en los centros de prevención de desastres o en el imaginario de visionarios como Bill Gates que anunció su gravedad potencial hace años. En esta fase nadie hace realmente nada. Ningún político lo toma en serio, las advertencias científicas no se tienen en cuenta y Bill no dispone de la capacidad necesaria para tomar medidas efectivas (no siempre el dinero significa poder). En esta fase la tecnología GIS se está utilizando en los planes estratégicos de riesgos, planes que no suelen tomar en consideración una pandemia de gripe como un riesgo.

2) La fase diseminación, en ella la información global nos cuenta lo que está pasando en China o en África, mala suerte, estas cosas empiezan al otro lado del mundo, en áreas aisladas espacial o informativamente. En realidad nadie cree que eso nos pueda afectar, pasará como con el SARS que nunca llegó, o como el Ébola, que llegó, pero nuestros estupendos y avanzados sistemas sanitarios lo vencieron sin problemas. Pero no se tiene en cuenta lo realmente intercomunicado que está el planeta. De Wuhan salieron en vuelos de larga distancia un montón de vectores que distribuyeron el virus tan rápido como el torrente sanguíneo lo hace por nuestro cuerpo, sin freno y silenciosamente. Imposible de parar. En esta fase hay muy pocos datos para hacer mapas.

3) La fase alarma, la infección se expande en pocos días, el sistema sanitario se colapsa, nadie sabe muy bien como enfrentar la enfermedad, los muertos se multiplican, el gobierno inicia el confinamiento domiciliario como la única vía para cortar la infección, se corta el sistema circulatorio aunque con ello se corra el peligro de que el enfermo muera por inanición. Siempre hay excepciones como el caso Suecia donde se apela a la sensatez ciudadana, pero es que son suecos. En esta fase ya aparecen los mapas, todos los medios de noticias tienen un mapa, hemos encontrado mapas en Navarra, Aragón, Bolivia, Nueva Zelanda, Italia y seguro que hay cientos más. Pero no es probable que tengan datos actualizados porque no hay forma de contar los infectados sin un test generalizado, no se cuentan los ingresos hospitalarios porque el sistema está colapsado, no se cuentan los muertos porque no hay forma de recoger los datos, se mueren en sus hogares o residencias y nadie los registra porque el registro civil también está colapsado. Sin datos no hay mapas o no son fiables, lo que no impide producir mapas sacando los datos de donde sea.

Destaca el Instituto Nacional de Estadística de España que a través de una plataforma de mapas denominada Experimental está ofreciendo datos del Covid19 utilizando datos que provienen del análisis de la posición de más del 80% de los teléfonos móviles en toda España. El análisis ha sido elaborado por el INE con la estrecha colaboración de los tres principales operadores de telefonía móvil (Orange, Telefónica, Vodafone). El análisis se centra en el estudio de la movilidad de la población durante el estado de alarma. Se ofrecen datos desde el 16 de marzo cada dos días y a partir del 31 de marzo, datos diarios. Sin duda muy útil, es una pena que un organismo nacional no ofrezca esos mapas en formatos abiertos OGC y solo puedan verse en una plataforma comercial.

En esta fase la privacidad se supedita a la eficacia contra la pandemia o la pandemia sirve de excusa para reducir la privacidad. Se desarrollan aplicaciones para encontrar comercios abiertos, para buscar aceras anchas que permitan mantener las distancias, para calcular círculos de 1 km radio para paseo con los niños, para cualquier cosa imaginable con la que podamos explotar la información existente y conseguir apps donde hacer clics y likes. La oportunidad de ofrecer mapas útiles ahora, mejorará nuestra posición en el mercado futuro, hasta nosotros en urbiGIS hemos creado una efímera herramienta para dibujar círculos de 1km. Aunque en realidad son los centros de gestión de alarmas y protección civil o militar, que han invertido durante años en sistemas geográficos de seguimiento, quienes por fin ven que sus inversiones están dando fruto, ahora son los mejor preparados para trasladar a un mapa el día a día y para hacer proyecciones, pero no son mapas públicos, ni lo serán nunca.

4) La fase de desescalada, en ella los hospitales dejan de ingresar nuevos enfermos, el índice R baja de 1, por fin se pueden contar los muertos con calma. Casi estamos en situación de analizar lo que ha pasado y tomar medidas para que la segunda ola no sea peor que la primera, ya hay datos y con ellos se puede obtener una idea de cómo ha evolucionado la pandemia y para establecer correlaciones: reparto espacial de enfermos y mortalidad por edades, por profesiones, por el color del pelo, por negocios cerrados, por incremento del paro, por dimensiones de los núcleos urbanos, por su grado de aislamiento, por cualquier dato disponible y mapificable. Se pueden hacer mapas dinámicos donde se puede ver gráficamente el movimiento de la infección. Es hora de demostrar que la tecnología geográfica es imprescindible y oportuna, hay que invertir para estar preparados ante la segunda ola o la siguiente pandemia, porque los científicos nos avisan que no será la última y las vacunas tardarán en llegar y demostrar su efectividad. Es el momento de la economía porque los daños que ha provocado la pandemia son incalculables.

5) La fase olvido, han pasado unos años, los políticos que vivieron la pandemia han sido sustituidos. Como si hubiéramos pasado una guerra, es momento de volver a la vida normal, de restañar los daños políticos, personales y económicos, incluso de olvidar. Quizá de modificar algunos hábitos antiguos no compatibles con nuevas pandemias, quizá de incluir la pandemia en nuestro planes de riesgos y asegurar la disponibilidad algunos elementos que se echaron en falta la última vez, siempre que no cuesten mucho, aunque no confío en que cumplan sus fechas de caducidad y sean reemplazadas. No es posible vivir siempre con la sombra de la pandemia detrás.

Visto lo visto y escribiendo esto en la fase de desescalada, toca pensar algo sobre cómo los sistemas de información geográfica pueden ayudar en la próxima ola o la próxima pandemia:

1) Datos: la experiencia nos demuestra que hay varias formas de crear datos

a) Por encuesta: los datos estadísticos tradicionales se producen habitualmente mediante encuestas periódicas, no parece un método aplicable a las pandemias, no es cuestion de rellenar de vez en cuando un cuestionario sobre aspectos de salud.

b) Por observación: se producen por agentes especializados que observan la realidad y extraen información. Tampoco son aplicable al caso.

c) Por colaboración: se producen por agentes, no necesariamente especializados, que aportan datos como subproducto de su quehacer diario, habitualmente mediante un dispositivo móvil o fijo a través de internet. Son involuntarios cuando el dato se obtiene sin la participación expresa del agente (caso del INE antes indicado), voluntarios cuando el dato se obtiene gracias a la participación expresa del agente y obligatorios cuando el dato se obtiene por la aportación obligada de un agente (normalmente como paso previo para obtener una autorización administrativa). Son inmediatos, sencillos y baratos, en el caso de los voluntarios tienen el inconveniente de que se depende de la voluntad de colaborar, algo que no siempre es posible. La colaboración es un método con posibilidades brutales para crear información porque puede convertir a millones de personas en sensores inteligentes.

d) Automáticos: se producen como subproducto de procesos administrativos en las instituciones públicas o privadas que aseguran su calidad y compleción (por ejemplo, un sistema de distribución y consumo de medicamentos georreferenciado genera un mapa automático de salud). Para su obtención es preciso que la Administración y las empresas de salud estén dotada de las aplicaciones, los modelos de datos adecuados y las funciones de interoperabilidad necesarias para poder agregar datos. También se obtienen por este método los datos de sensores y sistemas robotizados que tengan capacidad de transmisión periódica de datos.La calidad del proceso y su universalización (no hay excepciones) determinan su utilidad, pero si ambos se cumplen son sin duda son los mejores datos disponibles.

e) Por síntesis: son los que se producen mediante la combinación de otros datos mediante algoritmos espaciales o estadísticos. Su calidad depende de la calidad y precisión de los datos de partida.

Sin datos no se pueden tomar decisiones, y esos datos deben ser automáticos, sintéticos o por colaboración obligada, obtenidos por procedimientos no afectados por el olvido, y en un tema tan delicado como la salud la estrategia de protección de los datos personales pasa a tener una importancia crucial.

También es importante fijar los roles de los intervinientes:

a) El productor de datos: la persona o institución que dispone de mecanismos de producción de datos obligatorios o automáticos (las compañías telefónicas del caso INE)

b) El recolector de datos: la institución que recopila datos de todos los productores posibles (el INE)

c) El publicador de datos: los agentes que pueden acceder a las fuentes agregadas de datos para su análisis o publicación (el INE mediante ESRI España y solo el INE)

d) El consumidor de datos: todos los que estamos implicados en el sistema de salud porque nuestra conducta o hábitos pueden estar condicionados por esos datos (a la sueca preferiblemente)

Y se deberá resolver la diferencia entre:

a) Datos abiertos: anónimos, agregados, generalistas. Propios del publicador y del consumidor de datos.

b) Datos cerrados: no anónimos, detallados. Propios y exclusivos del productor de los datos. Sujetos a la Ley de Protección de Datos Personales.

d) Queda en el limbo el nivel de acceso a los datos del recolector, en general se recomienda desconfiar. Los recolectores de datos van desde inocuas instituciones sociales y gabinetes gubernamentales de estudios, hasta agencias de seguridad estilo NSA, auténticos devoradores de datos personales.

Espero que los gobiernos municipales, provinciales, regionales, estatales y transnacionales estén creando ya un entorno de datos de salud que les permitan afrontar la siguiente ola con un poco más de información fiable: implicando a los enfermos, a las familias, a los comercios, a las empresas, a los centros de salud, a las residencias de ancianos, a los departamentos de sanidad de todos los niveles, a los tanatorios, a la milicia y los centros de emergencias. Lo que haga falta para crear una corriente estable de datos.

La dispersión de un vector viral es un fenómeno geográfico, todos hemos visto en el cine los mapas de progreso de una infección, pero no deja de ser una ilusión o una simplificación cinematográfica, la realidad es mucho más complicada en un mundo global, aunque sus consecuencias son las mismas: se han hecho barricadas para impedir el acceso a un pueblo que se aísla para evitar la infección, o cómo un convoy militar controla una carretera e impide el tránsito. Al final del cine a la realidad solo hay un paso.

Por todo esto los sistemas de información geográfica adquieren una utilidad esencial: convierten los datos planos en mapas, las previsiones en mapas dinámicos, las decisiones en geográficas y preventivas en lugar de reactivas. Los GIS serán fundamentales, deben crear ese mapa de progreso de la infección pero real, porque sin datos fiables no servirán nada más que para crear confusión o vender aplicaciones.

2) Aplicaciones: seguramente el aspecto de evolución más ágil, el desarrollo de aplicaciones se ha adaptado rápidamente a la situación

a) Aplicaciones móviles para que todos seamos productores de datos por colaboración voluntaria o no. Ya estamos en situación de que nuestro médico del centro de salud realice una telemetría de algunos parámetros básicos: temperatura, presión sanguínea, actividad física, pulsaciones… Poco falta para que pueda seguir los niveles de azúcar o indicadores significativos de cáncer y otras enfermedades. Seguramente en pocos años nuestra pulsera de actividad pueda informar de rastros de virus en el sudor. Todo muy útil y al mismo tiempo muy preocupante. ¿Donde va esa información?, ¿Será voluntaria u obligatoria?. Google y Apple siguen nuestros movimientos, el comercio por internet y los bancos vigilan nuestras compras, los exploradores nos ofrecen artículos adaptados a nuestras preferencias. Ya no es preciso hacer clic en una publicidad por internet, basta un mensaje por una plataforma de mensajería, una conversación por internet o el desplazamiento de nuestros ojos al visitar una página de datos. Si la información es de interés general puede que pase de ser involuntaria a obligatoria y en la situación actual de alarma ni siquiera hace falta nuestra autorización expresa.

b) Sistemas gubernativos interconectados: el espectáculo de las incoherencias en los datos entre el gobierno nacional y las comunidades autónomas, datos aparentemente tan simples como el número de victimas del Covid19, demuestra hasta dónde ha llegado la ineficacia actual. Nos parece increíble que se produzcan estas situaciones y los nacionalismos no ayudan a resolver estos problemas, antes bien a agudizarlos. Pero los gobiernos deben resolverlo, los ciudadanos no se merecen tal ineptitud de sus gobernantes, porque no es un problema técnico sino de simple voluntad política de colaborar. Por otra parte en esta categoría entran los sistemas de seguridad ciudadana, porque al reconocimiento facial siguen la toma de temperatura remota o el seguimiento de las normas distancia o reunión, tanto mediante dispositivos fijos como con drones. Fijar la línea que separa el intrusismo en la vida privada del interés público no será sencillo cuando se usa la salud como justificación para todo.

c) Catálogos de datos abiertos: los recolectores de datos deben poner a disposición de todos los datos abiertos. Ya tienen todas las piezas necesarias: portales de datos abiertos, formatos estándar de datos (CSV, JSON, HTML…), servicios Internet de mapas (WMS, WMTS, WFS, WCS, REST, GEOJSON, KML, GML…) sólo falta la voluntad de mantenerlos actualizados y disponibles.

d) Visores y Cuadros de Mando geográficos: ya existen, solo es preciso que dispongan de datos fiables.

3) Entorno legal

En un mundo global donde los datos viajan desde nuestros móviles a enormes centros de datos distribuidos por todo el mundo, las legislaciones nacionales sobre protección de datos personales tienen un valor relativo. Más aún cuando las pandemias laminan los derechos individuales en beneficio de los colectivos. Los sistemas de información serán un arma vital para detectar y controlar futuras pandemias y la tentación de utilizar datos personales será demasiado grande para poder limitar su uso. Tampoco podemos negarnos a facilitar datos porque será visto como un egoísmo peligroso para la colectividad, será como no llevar mascarilla en el autobús o al entrar en un comercio. Mi padre, que era un transgresor nato, decía que «sin guardia no hay infracción» pero nos acercamos a una sociedad donde todos somos guardias y además los guardias IOT han pasado a ser ubicuos e incansables. Será complicado ocultar la infracción.

Conclusión

Con el Covid19 las pandemias han pasado a ser un riesgo colocado en el primer plano. Los sistemas de información geográfica son una excelente herramienta para analizar los datos y tomar decisiones que ayuden a frenar su aparición y expansión. Las aplicaciones están aquí y son utilizables pero se necesita revolucionar los métodos y el alcance de los datos en un aspecto tan delicado como la salud, donde la frontera entre lo privado y el bien común se difumina propiciando un ambiente de control personal y social y de reducción de la libertad individual y colectiva.

Ignacio Arnaiz Eguren

Director